Fragmento del discurso del escritor Sergio Pitol
en la inauguración de la biblioteca del Instituto
Cervantes de Sofía.
La palabra libro está muy cercana
a la palabra libre; solo la letra final las distancia: la o de libro y la e de
libre. No sé si ambos vocablos vienen del latín liber («libro»), pero lo cierto
es que se complementan perfectamente; el libro es uno de los instrumentos
creados por el hombre para hacernos libres.
Libres de la ignorancia y de la
ignominia, libres también de los demonios, de los tiranos, de fiebres
milenaristas y turbios legionarios, del oprobio, de la trivialidad, de la
pequeñez. El libro afirma la libertad, muestra opciones y caminos distintos,
establece la individualidad y al mismo tiempo fortalece a la sociedad y exalta
la imaginación.
Ha habido libros malditos en toda
la historia, libros que encarcelan la inteligencia, la congelan, y manchan a la
humanidad, pero ellos quedan vencidos por otros, generosos y celebratorios a la
vida, como el Quijote, Guerra y paz, las novelas de Galdós, todo Dickens, todo
Chéjov, todo Shakespeare, La montaña mágica, el Ulises, los poemas de Whitman y
los de Rubén Darío, Leopardi, López Velarde, Rilke, Pablo Neruda, Octavio Paz,
Antonio Machado, Luis Cernuda, Gil de Biedma y tantísimos más que derrotan a
los otros.
Si el hombre no hubiese creado la
escritura no habríamos salido de las cavernas. A través del libro conocemos
todo lo que está en nuestro pasado. Es la fotografía y también la radiografía
de los usos y costumbres de todas las distintas civilizaciones y sus
movimientos. Por los libros hemos conocido el pensamiento chino, griego, árabe,
el de todos los siglos y todas las naciones. En fin, el libro es para nosotros
un camino de salvación. Una sociedad que no lee es una sociedad sorda, ciega y
muda.
Sergio Pitol
Premio Cervantes 2005
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario